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viernes, 7 de julio de 2023

El camino del pecado nos conlleva a la desgracia

El camino del pecado nos conlleva a la desgracia.

Por Giancarlo Reto


El pecado es la acción mala que una persona realiza a conciencia dejándose llevar por intenciones previas a su acción. El ser humano está llamado a vivir en la Gracia de Dios, es decir, vivir en amistad con Dios, en santidad. Para lograr esto, sabemos que debemos practicar las virtudes cristianas, la oración y sobre todo seguir los pasos de Cristo, haciendo un camino de esfuerzo por hacer el bien y vivir como hijos de Dios. Lo contrario a vivir en la Gracia de Dios es vivir en desgracia, y para esto también se hace un camino, pero hacia la infelicidad, pues lo malo nunca puede darnos algo bueno (Mt 7, 16-18). Las personas podemos maquillar las cosas malas que hacemos haciéndolas parecer algo bueno, pero en el fondo sabemos que lo malo sigue siendo pecado y que sino cambiamos nos va arrastrando hacia un camino de infelicidad. Recordemos que el fin de la santidad es el Cielo, vivir en eternidad con Dios, y que el fin de todo pecado es el Infierno, la muerte eterna lejos de Dios (Rm 6,23).

La Iglesia nos enseña que no hace falta cometer una falta grave para decir que hemos pecado, sino que, muchas veces, para que lleguemos a la gravedad de nuestros actos hemos venido cometiendo muchas faltas leves que poco a poco nos han llevado por un camino de maldad.

Así podemos recordar que la Iglesia nos enseña que existen siete pecados capitales, es decir, pecados que son la “cabeza” o “raíz” de otros pecados mayores, y de los cuales debemos estar atentos para no dejarnos caer. Estos son:

El Orgullo llamado también soberbia es un pecado que nos lleva a pensar que podemos ser más que los demás, y que el resto debe estar a nuestra merced. Este pecado muchas veces se nota en las personas que están a costumbradas a menospreciar a los demás, sin embargo, a veces se puede ocultar en personas aparentemente humildes, cuando estas se niegan a la ayuda o servicio de otros haciendo creer que es por no incomodar o molestar. En el fondo hay un orgullo escondido que le cuesta aceptar que necesita de los demás. La soberbia es el pecado que llevó al ser humano o al mismo Satanás a creer que podían ser igual o más que Dios.

La Avaricia es el pecado que nos hace desear por sobre manera las cosas materiales, acumular riqueza sin necesitarla o sin compartirla. Nos puede llevar a desear poseer personas, riquezas o poder. Al avaro le gusta acumular, guardar y siempre va a desear más, puesto que se siente insatisfecho con lo que tiene.

La Lujuria es el pecado de los placeres carnales. Es cuando damos demasiada importancia a la sensualidad y al erotismo, dejándonos envilecer por nuestros placeres sexuales al punto de vivir nuestra sexualidad de manera insana, llevándonos a pecados mayores contra la castidad. El lujurioso da rienda suelta a sus bajas pasiones, alimentando su mente y corazón de actos impuros para satisfacer sus placeres.

La Ira es el pecado que nos lleva a no tener dominio de nuestras emociones y reacciones de molestia o enfado, agrediendo de manera verbal, gestual o física a nuestros semejantes. La cólera es una emoción normal en las personas frente a algo que nos desagrada o molesta, pero que debemos aprender a controlar para no reaccionar mal con el prójimo.

La Gula es el pecado que nos lleva a un descontrol de los placeres del comer y beber. Es gula cuando comemos o bebemos más de lo que necesitamos a veces en contra de nuestra salud. Los excesos de comida, alcohol y otros vicios están incluidos en este pecado capital.

La Envidia es el pecado que hiere el amor o la caridad. Produce en nosotros fastidio o rabia por el bienestar del prójimo, provocando desde celos infundados hasta el deseo del mal para la otra persona.

La Pereza es el pecado por el cual la persona deja de hacer el bien por flojera y
desinterés. La pereza hace que el ser humano vaya perdiendo el sentido y utilidad de su propia vida debido a que prefiere más el descanso que ayudar a quien lo necesita o gastar su tiempo en cosas verdaderamente importantes. La pereza nos puede llevar a los vicios y pecados de la carne.

De esta manera, el pecado nos puede ir envolviendo al punto de hacernos esclavos de nuestras propias pasiones y tropezar haciendo caer a otros también. El pecado nos vuelve poco a poco dependientes de nuestros vicios y nos va apartando del amor de Dios y de los demás. Por eso, es importante que vivamos las virtudes cristianas para contrarrestar el pecado en nosotros.