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martes, 26 de septiembre de 2023

Misericordia y perdón

 Misericordia y perdón

Por Giancarlo Reto

Dios es una fuente de Amor inagotable de donde ha manado toda la creación, siendo que
cada cosa o ser viviente que existe en el universo a sido hecho por Amor y contiene en su esencia un ápice del Amor de Dios. Este Amor se ve reflejado en distintas cosas, personas, experiencias, relaciones, situaciones que nos hacen conocer a Dios y saber cómo es con relación a nosotros. Jesucristo vino a redondear esta idea de Dios mostrándolo como un Padre
Misericordioso. Un Dios que a pesar del pecado y la debilidad de sus creaturas nos mira como a hijos necesitados de misericordia. Jesús, en muchos momentos del evangelio, demuestra misericordia como un raso característico de él y nos pide, también, ser misericordiosos con los demás. Pero ¿qué es la misericordia?

Es una palabra compuesta por dos palabras latinas: misere (miseria) y cordis (corazón). Esto quiere decir inclinar el corazón a la miseria del otro. Es la “virtud que inclina el ánimo a compadecerse de los sufrimientos y miserias ajenos” (RAE[1]).

Para el Papa San Juan Pablo II, en su encíclica Dives in misericordia (Rico en misericordia), nos da entender cómo Cristo nos muestra a Dios Padre en él mismo: “quien me ha visto a mí ha visto al Padre” (Jn 14, 9). Jesucristo nos mostró un rostro de misericordia frente a los enfermos, desvalidos, vulnerables; siempre dispuesto a inclinar el corazón hasta a aquellos que no se lo merecían: “porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lc 19,10).

Para Nurya Martínez (2017)[2], la Misericordia implica una conmoción de las entrañas, es decir, un movimiento hacia al otro que nace desde adentro de uno mismo, gracias a que nos dejamos conmover por el dolor y sufrimiento de los demás. La raíz de esta idea sobre misericordia se encuentra en la misma Biblia cuando se utiliza la palabra hebrea “rehamîm” que significa “vísceras” para referirse a la misericordia de Dios (Os 11, 8-9) dando a entender esta como la relación entrañable, profunda y amorosa entre Dios y su pueblo.

Por lo tanto la Misericordia nos lleva a pensar en un Dios compasivo pero que a la vez exige que seamos misericordiosos como él: “Sean misericordiosos como su Padre es Misericordioso” (Lc 6, 36); en la oración del Padre nuestro nos enseña a esperar el perdón de Dios como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden (Mt 6, 12); con la pecadora en la casa del fariseo Simeón, Jesús acoge el llanto de la mujer haciéndolo suyo y perdonando todos sus pecados (Lc 7, 36-50); se compadece de la adúltera cuestionando a los que la querían apedrear hasta lograr liberarla (Jn 8, 1-11); se compadeció de la viuda de Naín al perder a su único hijo resucitándolo de entre los muertos (Lc 7, 13); curó a un leproso que le había dicho “si quieres Señor, puedes limpiarme”, respondiéndole “sí quiero, queda limpio” (Mt 8, 2-4). Y así muchos otros episodios donde Jesús es misericordioso con las personas. De esta manera nos enseña que hay que hacer lo mismo: compadecernos de aquellos que necesitan misericordia y perdón.

El perdón va de la mano con la misericordia, puesto que hay que ser compasivos con aquel que nos ofende ya que, hay muchas veces en que la ofensa se produce sin sentirla ni desearla. La ignorancia hace que las personas ofendan a otras y no tengan compasión. Jesús, por eso, nos manda a amar a nuestros enemigos y a orar por los que nos persiguen (Mt 5, 44). Es la ignorancia la que nos hace pensar rápidamente mal en los demás, porque si pudiéramos pensar o sentir lo que el otro siente o piensa, sabríamos el porqué de las ofensas.

Aprendamos, pues, de Jesús, a perdonar con misericordia y poniéndonos en el pensamiento y sentimiento de los demás. No sea que cuando clamemos piedad a Dios por nuestros pecados o por los propios sufrimientos, no alcancemos respuesta de nuestro Padre Justo y Misericordioso, y nos pase como al de la parábola que lo enviaron a la cárcel por no saber perdonar las deudas de su deudor (Mt 18, 23-35).


[1] Real Academia Española.

LA RECONCILIACIÓN CON DIOS

La Reconciliación con Dios

Por Giancarlo Reto Miranda


Para reconciliarnos con alguien siempre es necesario tener una relación estrecha con esta persona y estar dispuesto a volver a reanudar nuestros lazos de empatía, cordialidad, respeto y amor. La reconciliación no es unas disculpas de algo que hicimos o de un error. Estamos hablando del perdón.

El ser humano necesita siempre fortalecer los lazos de amor, con todo lo que esto implica, especialmente con las personas más allegadas a él: padres, hijos, hermanos, familiares, amigos, conocidos, y por último, con todos. Cuando los lazos se rompen con las personas que más queremos nos sentimos abatidos, desanimados, erramos constantemente, no realizamos con paz lo que tenemos que hacer, porque siempre estará el sentimiento de culpa o dolor causado. Si Dios es nuestro Padre Creador, estos sentimientos de dolor y culpa ¿deberían ser importantes y tomados en cuenta para regresar a su perdón?

Claro que sí. Mucha gente vive por años apartada de Dios por falta de conocimiento, indiferencia a lo religioso o por vergüenza del mal que hace: “¿por qué andas cabizbajo y enojado? – le hizo ver Dios a Caín- si obraras bien andarías con la cabeza en alto, pero como obras mal el pecado acecha a la puerta de tu casa, aunque tú lo puedes dominar” (Gn 4, 6-7). Sin embargo, todos estamos llamados a volver a nuestro Creador y único Fin. Solo en él podemos encontrar el verdadero camino del sentido de nuestra vida.

Para reconciliarnos con Dios es necesario hacer un examen de nuestros actos humanos y de nuestras intenciones más profundas. ¿Qué tengo en mi vida que me aleja del Creador y de su Amor? ¿Qué estoy dispuesto(a) a cambiar por amor a Dios y a los demás?

La confesión sacramental es un medio importante para el cristiano que se quiere reconciliar con Dios, ya que Cristo mismo dio poder a sus apóstoles y sucesores para perdonar los pecados (Jn, 20, 22-23; Mt 16, 19) y de esta manera reconocer ante Dios y ante los hombres nuestras faltas para poder obtener el perdón. No basta con una oración personal para reconciliarnos con Dios Padre Misericordioso, sino que es necesario un proceso de vuelta a Dios.

Para esto la Iglesia nos brinda algunas pautas que nos ayudan en este proceso y poder hacer una buena Confesión.

¡No tengas miedo a la confesión! El sacerdote está llamado a escucharte, a no discriminarte por lo que hayas hecho, aconsejarte, absolverte de tus pecados y a imponerte una penitencia en forma de acción u oración para remediar tus faltas.

Ten fe que Dios ha puesto los medios necesarios y terrenos para que te reconcilies con él.

jueves, 7 de septiembre de 2023

Las Parábolas como anuncio del Reino de Dios

Las Parábolas como anuncio del Reino de Dios

Por Giancarlo Reto



La imagen del Reino de Dios es una alegoría del lugar espiritual que nos toca como premio eterno por nuestra salvación. Hablar de Reino nos hace pensar en un gobierno donde Dios es el que rige con justicia, paz y amor a sus creaturas.

El pecado hizo de este mundo un lugar de sufrimiento y dolor, cuyo tiempo de termino llega con la implantación de este Reino de Dios. ¿Cómo sabemos que el Reino ha llegado? En las palabras de Jesús, el Reino de Dios llega cuando el Bien, la liberación, la sanación y la justicia son forjados por nosotros mismos, dejándonos llevar por el Espíritu Santo.

La Idea de Reino que tenían los israelitas estaba equivocada. Ellos pensaban que Dios implantaría su reino de manera terrenal, política y religiosa. Jesús nos enseña que el Reino de Dios comienza en el corazón del Hombre, manifestándose en sus actos, y haciendo camino hacia el Cielo que es el Reino Pleno.

Jesús anunció la venida de este Reino con palabras y obras. El mensaje de Jesús se resume en sermones, conversaciones privadas con personas, sentencias y parábolas.

A continuación, les presento un gráfico sobre la clasificación de las parábolas de Jesús.


Las parábolas se deben leer de manera interpretativa y no como si hayan sucedido. Pueden significar muchas cosas, por lo que la Iglesia ya ha hecho las interpretaciones correctas.

Son muchas las parábolas de Jesús, y nos muestran el camino para dirigir nuestras acciones.